A principios de los 90, en la Universidad de Cambridge, un grupo de investigadores cansados de bajar hasta la sala de descanso para encontrarse con la cafetera vacía decidió conectar una cámara rudimentaria que retransmitiera en tiempo real si había café disponible. El resultado fue la primera webcam de la historia. Su único objetivo: evitar paseos innecesarios.
El 22 de agosto del año 2001, la webcam de la Trojan Room Coffee Pot se apagó para siempre. Sin embargo, este experimento demostró que la grandeza tecnológica muchas veces emana de la necesidad y el ingenio. Desde entonces han sido muchos los avances que mejoran los detalles más simples de nuestra vida diaria y anticipó muchas tendencias que hoy dominan la tecnología, desde la monitorización en remoto hasta la cultura del compartir, como aquellas tazas de humeante café de los pioneros de Cambridge.
