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El genial José Antonio Duce manipula en su serie “La Aljafería musulmana y cristiana”, los elementos arquitectónicos reales para crear un nuevo edificio. Toma, suma y mueve de lugar torreones, arcos y galería para crear en su fotografía una nueva realidad, pero que en un primer vistazo puede pasar desapercibida. Una manipulación que no difiere mucho de lo que realmente ha pasado con el palacio, cuyo aspecto actual es la suma de distintas actuaciones a lo largo del tiempo. Un puzle en el que a lo largo de los siglos se han ido añadiendo piezas.

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El último que intervino en este puzle fue el arquitecto artífice de la restauración, Francisco Íñiguez, que tras reconstruir el alzado de los cubos a partir, simplemente, de sus basamentos, los completó con un remate rehecho de almenas, por lo que los diferenció usando el ladrillo en lugar de piedra caliza.

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Íñiguez también reconstruyó la logia, galería superior, de arcos, a partir de planos de finales del siglo XVI; pero a su vez, este elemento data de las reformas que mandaron hacer los Reyes Católicos en el viejo palacio musulmán. Como también los grandes arcos apuntados adosados a la muralla, que se deben a la necesidad de soportar el peso de dicha galería, así como una portada de ladrillo… ya desaparecida.

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Pieza a pieza, la Aljafería se ha ido construyendo y reformando en la realidad. Como Duce hace en su proyecto artístico.

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