A punto de cerrar su serie “la Aljafería musulmana y cristiana”, José Antonio Duce encuentra en este original detalle, una fusión de los avatares del edificio a lo largo de la historia, que enlaza sutilmente sus sucesivos usos como lugar del poder: primero como palacio real musulmán, luego en manos de los monarcas cristianos y actualmente sede de las Cortes autonómicas.

El arco lobulado en yeso nos habla claramente de los creadores de la Aljafería y sirve de marco y ventana a las banderas que simbolizan los poderes que los fueron sustituyendo. El Reino de Aragón, el estado español (recordemos otra vez que el segundo gran momento artístico se vivió justo cuando se unieron los antiguos reinos cristianos del medioevo) y la Unión Europea, que nos señala que a la vez que Aragón ha recuperado con el Estado autonómico parte de su autogestión, también existe una nueva unión más amplia.

Se puede destacar también el equilibrio y simetría de esta composición que también nos transmite la idea alegórica de los cambios históricos que el palacio ha vivido y representa; de un poder que no se presenta con la ostentación de otras épocas porque no se basa en el mero dominio; la idea también de que la Aljafería, cerca ya de cumplir mil años, sigue viva.